Sailor
La noche empezaba a caer, envolviendo la ciudad en sombras y luces parpadeantes. En el pequeño estudio, la cálida luz de una lámpara de escritorio iluminaba suavemente a una mujer vestida como una marinera, con una blusa de encaje blanco y una falda plisada azul marino que apenas cubría sus muslos. Desde mi rincón, la observaba mientras mordisqueaba la punta de un bolígrafo y sostenía una carpeta azul. No podía evitar sentir una atracción creciente hacia ella, deseando ser yo quien la tomara en mis brazos.
Cada gesto suyo me hechizaba. El modo en que cruzaba las piernas, cómo sus dedos jugaban con el bolígrafo, y la manera en que sus labios rojos se curvaban en una sonrisa pensativa. Mi mente vagaba, imaginando lo que podría suceder si me acercaba a ella, si dejaba de ser solo un espectador y me convertía en su protagonista.
En ese instante, la realidad y la fantasía se entrelazaban, y mi deseo por ella se volvía aún más palpable, haciéndome anhelar el momento en que nuestros mundos pudieran colisionar de verdad.